domingo, 10 de abril de 2016

A VECES

A veces, es muy fácil fingir despreciarte.
Bajarte del cielo, quitarte méritos.
Olvidar que nos unen cientos de hilos.
Llevarte lejos, muy lejos de mi sangre.

A veces, es demasiado fácil sentirte por dentro.
Recordar nuestros momentos.
Coserte de nuevo a mi pecho,
y atraerte cerca, muy cerca de mis labios.

A pesar de dedicarte trescientos versos,
aún no he sabido explicar qué es lo que has hecho con mis sesos,
con mi alma y mi sosiego.

A pesar de nuestros adioses, a veces,
deseamos volver a ser eternos.
O volver a sentir los temblores
que aquellos días nos sacudían, sin entenderlos.

Es estúpido lo que siento,
es masoca querer seguir sintiéndolo.
Pero, a veces, olvido todo razonamiento.
Obvio cada pensamiento que pretende alejarme de ti,
los  que me advierten de que, en tu locura,
sólo podrás hacerme desvivir.

Y,  otras veces, creo que empiezo a difuminarte,
a desmitificar aquel amor que se creía arte.
Monumento de otra época que debe ser derribado,
que nada simboliza y lleva tiempo desfasado.

Aun con todas, es díficil de asimilar.
A veces, los recuerdos bonitos no son solo recuerdos,
son marcas, son incisiones que redefinen un alma.
Y ahora la mía, ella, no es la misma.
Su nueva forma se inspiró en ti,
y en su nuevo color,
tú eras el más destacado matiz.

Porque le aportaste alegría, más si cabe.
Sarcasmo, con un humor de mucha calle.
Oído, enseñando nuevas melodías que tocarme.
Poesía, mil palabras de un nuevo lenguaje.
Canciones, de las que te hacen sentir más grande.
Juegos, tan ridículos, tan tuyos y míos; absolutos disparates.
Bailes, de los que no nos atrevimos a probar antes.
Proyectos, hechos de sueños que se retroalimentan.
Y, sobretodo aire, mucho aire,
cuando nuestra burbuja amenazaba con empezar a desinflarse.

Porque ahora mi alma es azul, casi verde.
Porque era perfecta para mí,
pero ahora tiene hambre.
Es de ambiciosa, desmesurada,
y de su ansia solo tú parecías calmarle.

Y la solución, parece obvia,
no alimentarla más de ti.
No verte. No pensarte.
Pero sólo de pensarlo,
son incontrolables
las ganas de volver a asediarte.

Pero sólo a veces.