lunes, 16 de noviembre de 2015

Entre dramas y comedias

¿Dejamos de dramatizar?,
y ya puestos,
¿hacemos de lo nuestro una comedia?.
Puede que no haya otra manera,
Verás, entremos en materia.

Cuando tus ojos me hablan,
mis manos lo reinterpretan.
Sin más.

El remordimiento, las prisas,
para otros.
A ti y a mí que nos den cuerda,
que tenemos para rato.

Sobre nuestra historia,
de cuerpos, de intermitencia,
de tercos y de su incontinencia.
escribamos un relato.
Y, que sea a modo de diario:
comiéndonos todas las comas, y las lunas
asaltando los párrafos, y los sábados.

Sin reglas y sin censuras,
pero a escondidas,
repasemos cada comisura.
Permitamos que la magia ocurra,
en nuestro deambular a oscuras.
en cientos de horas y obras prohibidas.

Sin máscaras que tapen las ganas,
sin mordazas que atrapen los besos,
sin esposas que retengan las caricias,
sin cadenas que filtren los deseos.

Tenemos que jugar,
recomponernos, sin actuar.
Volver a calentar juntos los huesos,
pero sin dramatizar.

Aceptémoslo,
hemos empezado la partida,
ya se abrió el telón,
toca improvisar.
No hay retroceso,
empezó la cuenta atrás.

Vaciémonos,
no nos dejemos nada,
nada sin sentir,
nada por hablar.
Y que nos tachen de todo
menos de que no supimos sentir
por miedo a fracasar.




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