domingo, 1 de noviembre de 2015

Deseo irreversible

Busco un remedio casero
para estas ganas sobrenaturales de sentirte cerca.
Busco una cura definitiva
para esta enfermedad precoz que causó el roce de tus labios.
Busco motivos de peso
para sobrellevar esta abstinencia desquiciante y astillosa.
Busco e intento, sin éxito,
paliar los efectos de esta droga deliciosa.
La ausencia devora los momentos compartidos,
engulle con ansia cada milímetro recorrido.
No sabe cuando volverá a estar sola,
aprovecha cada instante por si resulta infinita la demora.
Atracones con tu piel, empachos de placer.
Borracheras con tus labios y ciegos en tus ojos laurel.
Probarte fue mi perdición, no puse resistencia.
No tanteé bien los peligros, no pensé en tus consecuencias.
Desde el minuto uno fuiste tentador,
como mi brownie preferido sin nadie en el mostrador.
Quería averiguar, antes de probar,
tus efectos secundarios, tu escondido lado malvado.
Verte como villano que acapara tierras sin ni siquiera haber sembrado.
Pero matas silenciosamente, no avisas antes de llegar.
No sabes los desperfectos que llegas a causar;
deseos irreversibles que no saben volver a atrás.
Mis ganas no entienden de razonamientos
que las intentan convencer de que no significas nada.
Mis precocidad no quiere saber nada del sosiego
que procura cocinar este "sin nombre" a fuego lento.
Mi abstinencia no quiere otra solución
que no sea ponerse de ti hasta arriba,
hacer que seas una vez más su dulce y codiciado colocón.
El deseo es asquerosamente irreversible
igual que es odiosamente innato, impoluto.
No tiene cura, remedio ni motivo concreto.
Sus efectos devastadores merecen
el nombre de tortura o, mejor,
de divino tormento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario