sábado, 11 de abril de 2015

El rin de la vida

Comienza el combate.
Otra vez, un día cualquiera.

A su izquierda, calzón blanco, el optimismo.
Grande, fuerte, con 100kg de ganas y algo de suerte.

A su derecha, calzón negro, el pesimismo.
Rápido, esquivo, con 70kg de desaire mezquino.

En el centro, quien les habla, la realidad.
Árbitro de todo menos neutral,
que busca el equilibrio pero siempre se deja influenciar.

El optimismo empieza con ímpetu.
Reparte valentía, coraje,
golpes directos de alegría, de "yo puedo".
Sin excusas ni vendajes.

El pesimismo, protegido, aguarda.
Deja que el rival se canse y le de la espalda.
Sorprende con un gancho directo a la confianza,
hace sangrar al entusiasmo,
comienza a temblar la balanza.

Tiempo muerto.
La realidad comienza a dudar, a perder la templanza.
Siempre defendió el optimismo,
pero hoy, parece ser presa del derrotismo.

Suena la campana.
Continúa la cotidiana y ruin hazaña.

El pesimismo, sigue convencido,
desmoralizar es su único cometido.
Prepara su especialidad,
el prohibido golpe bajo.
Pero la euforia, el aliento han sumado vida.
El optimismo, ahora si, retoma su trabajo

Golpes de derecha de alborozo,
golpes de izquierda de ilusión,
sorprenden al derrotismo
y cae en el abismo de su propio pozo.

Su nublada y negada visión
no le permiten defenderse.
Sus argumentos se vuelve en contra
y son éstos los que amasan la derrota.
Una vez más, tira la toalla, se rinde
No le queda otra.

No puede ganar quien basa su victoria
en la penuria de los demás.
No puede luchar quien con sus propias armas
se es capaz de dañar.

El triunfo es del que se ilusiona sin apostar,
de quien valora lo bonito en lo difícil sin ni siquiera cuestionar.

El optimismo, la alegría siempre querrán ganar.
Se considerarán triunfadores aunque no le des la oportunidad.
Brillarán contigo y por ti,
estarán a la retaguardia para cuando los puedas necesitar.

El verdadero campeón es quien quiere ganar,
no quien tiene armas amenazadoras que, ni de lejos, sabe controlar.

En el rin de la vida, solo uno puede quedar.
Que tu existencia sea digna depende de tu positividad.
Que los buenos aplasten a los malos,
que los días grises te parezcan soleados,
que los problemas sean retos
está en ti y en tu valiosa capacidad de luchar.
Pelear sin más armas que tu sonrisa, tus deseos y tu voluntad.

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