jueves, 14 de mayo de 2015

Un querer de interior

A mi no me digas qué guapa soy.
Más bien, hazme saber que el brillo de mis ojos
apenas te deja ver.
A mi no me repitas lo bonito que es mi cuerpo.
Mejor, me descubres y me recuerdas
todo lo valioso y tedioso que tengo ahí dentro.
A mí no me regales flores ni chocolates.
Obséquiame cada día con un verso, un plan
y cientos de disparates.

Vale, de vez en cuando dejaré que me digas lo guapa que estoy.
Y aceptaré de buena gana ramos y bombones.
Pero lo que a mí me gusta es que se conozcan,
se valoren y se quieran dos corazones,
y que los cuerpos solo acompañen y afinen la melodía
de nuestras canciones. Nada más.

Porque lo bonito yace en el alma,
porque lo escultural nace de las entrañas,
porque los mejores regalos no tienen forma definida,
son abrazos, son sonidos,
son acordes y son suspiros.

Por eso y porque lo más dulce y veraz
es querer a una persona como se quiere a la vida...

Por sus sorpresas, por sus enseñanzas, por sus retos,
por la belleza perenne de sus alegrías,
por la lucha compartida en las avalanchas,
por brindarnos nuevas aventuras, por ayudar a conocernos,
por permitirnos crecer, por proponer nuevas metas.

Y, sobretodo, por quererte como tú te quieres, como tú le quieres a ella.

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