Y al mirarse en sus ojos,
así, de repente, su reflejo cambió.
Todo lo que empapaba su interior,
comenzó a calar su fachada.
Todo lo que creyó que tenía dentro creció,
amenazó con explotar.
Su corazón empezó a correr,
a chocarse con las paredes.
Creyó volverse loco,
cuando jamás se sintió más cuerdo y seguro.
Recompuso con esmero sus pedazos,
dejó de estar roto o descompuesto.
Se engalanó, cogió aire y solo soltó suspiros.
Y se encogió el pecho.
Y se agrandaron las alas.
Y le dejaron muda,
cayó en estado de tontuna prolongada.
Y todo, todo por lanzarse al abismo desconocido de una mirada.
Y nada, nada frenaba su alma recién estrenada.
Dichosa, dispuesta, pero todavía asustada.
Y al mirarse en sus ojos,
así, de repente, su reflejo cambió.
Se vio en él y con él..
Y al mirarse en sus ojos,
así, sin quererlo,
a la limerencia sucumbió.
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