domingo, 25 de octubre de 2015

JUGAR

Jugar a ser mayores.
Jugar es vivir sin rechistar.
Matando a los malos,
a los virus y quebrantos
que se contagian al madurar.

Jugar a ser mayores.
Jugar es amar sin reprochar.
Queriendo con razones y sin motivos
que justifiquen la magia del venerar.

Jugar a ser mayores.
Jugar es compartir tu libertad.
Agrandando alas y sueños
que nos harán volar alto,
sin olvidar que habrá que aterrizar.

Ahora que no juegas a ser mayor,
juega como niño sin marchitar.
Grita, salta, imagina y decora
cada esquina de tu realidad.

Construye y desmonta emociones.
Inventa y reinventa tus canciones.
Viste y desviste a las penas,
olvida y píntalas con lápices de colores.

Ahora que ya no juegas,
olvida las convenciones.
Estrena sentimientos en amores,
sin importar el futuro
basada en miedos antiguos
que anegaron los corazones.

Mancha tu ropa de sonrisas,
besos, cruces de miradas
y de palabras sin prisas.

Rompe a balonazos los cristales del tiempo,
sin relojes que te encierren en burbujas,
sin minutos que controlen tu aliento.

Juega. Juega con la vida.
Arriesga, inventa, descubre y,
siempre, tienta.
Invita a jugar,
comparte partidas, ilusiones.
Muestra tus cartas, tus intenciones.

Juega, pero juega sincero.
Crece, madura, pero alimenta a tu niño,
mantenlo vivo y despierto.
Él sabe de que va esto.
Sin rodeos te convencerá de que
LA VIDA ES UN JUEGO.

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