jueves, 19 de marzo de 2015

Papá

Nuestros primeros juegos,
para alejarme de los celos.
Y es que dejaba de ser la pequeña,
había que ponerle remedio.

Contigo me inicié en el deporte,
ese de alto riesgo que llamamos vida.
Aprendí a parar la pelota
y a lanzarla con más ganas.
No hablo del balónmano,
sino de apostar por uno mismo cada mañana.

Desde los viajes en caravana, con apenas unas semanas,
he aprendido por dónde se llega al éxito.
No hay que tomar atajos, no hay que ser el primero,
basta con ser uno mismo y no renunciar al esfuerzo.

Siempre has sido un espejo en el que cualquiera se miraría.
Verdadero ejemplo de constancia
sin avaricia, arrogancia ni hipocresía.

Constructor de recuerdos de una infancia en la que me pierdo...
Paseos en bici, talleres de cocina,
excursiones al monte y lecciones profundas
¡más que una mina!

Portaestandarte de esta familia,
la cabeza pensante
que de corazón no escatima.

Por tu culpa adoro el deporte
y futbolera hasta la espina...
Esas tardes de domingo no cualquiera las olvida.

¿Y si hablamos de cocina?
Ahí es donde aflora tu amor por la familia.
Por los momentos en reunión,
por las experiencias alrededor del fogón.

Platos que huelen a cariño,
manjares que saben a ternura.
Si este es tu modo de expresión,
resulta que el mío ahora es la escritura.

Y así, escribo que te quiero
que me falta tinta, papel y palabras
para describirte por completo.

Seamos modestos,
no somos la hija perfecta
ni el padre modelo.
Pero mi admiración y amor por ti
peca de infinito y verdadero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario